miércoles, 14 de agosto de 2013

Miedos irracionales



  Por fin,  su marido la convenció, después de muchos años, a hacer con él ese viaje a Senegal que tantas veces le había pedido. Cuando el avión aterriza y, expectante y nerviosa pisa  por primera vez suelo africano, la primera impresión es  de  sorpresa. El cielo, de un azul increíblemente brillante, límpido, contrasta con la vegetación que se extiende ante su vista…Los olores, mezcla de combustible y especias, entran por su nariz causándole una sensación incómoda pero atrayente a la vez.  El marido la observa, pendiente de sus reacciones y dispuesto a tranquilizar las mismas. Un nativo se acerca y, solícito, con una educación exquisita, le dice: -“Excuse, señora. Bienvenida a mi tierra. Permita que le lleve el equipaje”. Instintivamente, la mujer retira su exigua bolsa de viaje y le responde de forma un tanto adusta: - “No hace falta, gracias”.
   El hombre la mira a los ojos y, sin hacer caso, le coge la bolsa, sonríe y, con una alegría contagiosa comienza a andar hacia la parada de taxis que les trasladaría al hotel contratado. El marido, como si nada, comenta con el nativo el clima, los horarios de los barcos de recreo, excursiones, etc…Subieron a uno de los taxis. El conductor tararea una melodía moderna. La mujer se va  tranquilizando  al contemplar lo que van viendo sus ojos. Gente, sobre todo niños,  saludan  agitando sus manos y sonriendo. Al bajar del taxi y ver  la expresión de felicidad del marido, piensa que todo está  en orden. Respira  profundamente. Esta vez,  la  mezcla de olores trae sensaciones serenas. Supo que estaba donde debía estar.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario