Cada vez que levantaba la mirada me encontraba con la misma figura de siempre que pendía de una madera finamente repujada y, al mismo tiempo, ajada por el paso de los años.Era un hombre con las manos y los pies atravesados por unos clavos ya oxidados y unas chorreras negras recorriendo hacia abajo un corto camino que finalizaba donde se encontraba con los dedos de los pies.La expresión de la cara era tétrica. Siempre me producía un pellizco en el pecho.Un miedo mezclado con pena y una carga de misterio que me erizaba indefectiblemente los pelillos de los brazos. No sabía quién era ni lo que representaba, encontrando increíblemente sádico el que dicha figura tuviera que ser lo primero que vieran mis ojos nada más despertarme,aunque claro está que yo no sabía el significado de la palabra "sádico" pero más tarde sí lo supe y se la asigné así,sin más.
Seguía quedándome en la misma cama de siempre,en la misma habitación de siempre y en la misma casa de siempre.¡Treinta y siete años y aún no despegaba!.No era exactamente mi casa;seguía siendo la de mis padres.Varias veces osé quitar aquella figura pero no me atrevía a tirarla.Por mucho que la escondiera,mi madre la localizaba y, sin decir nada,la colocaba de nuevo en el lugar de siempre y a otra cosa.Me cansé de hacerlo.Ya no me molestaba la figura en sí...Ya adolescente me enteré perfectamente de lo que representaba y a quién.Nunca fui creyente.No por nada.Era extraño porque mis padres lo eran y mucho...¡quizá por eso!Primero era miedo.Luego curiosidad.Después respeto.Más tarde incredulidad al tener que ver la dichosa figura,un rato sí,otro también...Ahora veía al compañero que me observaba y la pena se veía en sus ojos cuando lo hacía..."¿Aun andas por aquí?- parecía preguntarme- ¿Tan mal andan las cosas por ahí afuera?"Sí.Eso pensaba yo que me decía el muerto de la figura...Ya hablaba con él.Mi vida,¡toda ella!: infancia,adolescencia y juventud,entre aquellas cuatro paredes y todos,absolutamente todos mis secretos compartidos con libros,algo de música,las voces de mis padres y la figura.En la mitad de mi edad madura,ya la siento mía.Ya su dolor es el mío.Sigo sin ser una persona creyente,pero sí que me he vuelto fiel.Ya no pienso en que esté puesta ahí para asustarme.Ya sé que no hace nada.Ya sé,¡claro que lo sé!, que es una cosa sin vida y que "sigue sin decirme nada que me atraviese el corazón y se haga un milagro en mi vida".Simplemente,ya solo está ahí...y la echaría de menos si dejara de estarlo.Los currículos que voy preparando en mi viejo ordenador van siendo acumulados en el escritorio,de forma que queden bajo la mirada del hombre de la figura...¿Qué me queda? Puede que con esta "amistad" impuesta y el cariño creado con los años,ocurriera un milagro y me aceptaran en algún trabajo con el que,¡al fin! pudiera acceder a otra habitación,a otra compañía,otra familia,¡la mía propia!...Lo más probable es que,seguramente,le pediría a mi madre la dichosa figura como única herencia.Me da la sensación de que no podría vivir sin su mirada el resto de mis días.